Las organizaciones se enfrentan a un problema de gravedad creciente en forma de fraude perpetrado por sus propios empleados. El fraude de empleados se traduce en una pérdida anual del 5% de los ingresos de las empresas. Estrategias de prevención de fraude, la prevención y la detección son aspectos cruciales para mitigar esta erosión financiera y proteger la integridad organizativa.
El fraude de empleados abarca diferentes formas, como la apropiación indebida de activos, la corrupción y el fraude en los estados financieros. La apropiación indebida de activos, aunque predominante en el 90% de los casos, resultó ser la menos onerosa. Por otro lado, los estados financieros falsificados, que representan menos del 5% de los casos, conllevan pérdidas sustanciales. La corrupción, el soborno y el conflicto de intereses también persisten como esquemas fraudulentos.
El fraude profesional acarrea pérdidas económicas, riesgos legales y daños reputacionales que amenazan incluso la supervivencia de las empresas. No obstante, con una estrategia efectiva y medidas adecuadas, es posible reducir drásticamente las actividades fraudulentas. La protección de los activos, la promoción de una cultura de transparencia y la vigilancia constante son las claves para construir una organización resiliente frente a los riesgos del fraude.
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